VIDAS DE HOTEL: FERNANDO FERNáNDEZ SEVILLANO, BOTONES DE CANFRANC ESTACIóN, A ROYAL HIDEAWAY HOTEL

Cuenta la leyenda que la Estación de Canfranc tiene 365 ventanas, una por cada día del año, aunque muchos sostienen que hay más.

Sea como fuere, esas ventanas han sido testigos de encuentros y despedidas, de uniones y divisiones entre países vecinos –España y Francia–, del paso de las mercancías y las aventuras de innumerables viajeros.

Hoy su interior alberga Canfranc Estación, a Royal Hideaway Hotel, un singular cinco estrellas gran lujo ubicado en el Pirineo Aragonés cuyas estancias nos transportan a la época dorada del ferrocarril de los años 20.

Su botones, Fernando Fernández Sevillano, es el trabajador de mayor edad del alojamiento y también el que mejor conoce sus entresijos.

“Nací en Cuba pero tengo la nacionalidad española por parte materna”, comenta Fernando, cuya trayectoria profesional es de lo más curiosa, pues la mayor parte de la misma (una década) ha tenido lugar en El Vaticano.

“Estuve en el servicio diplomático en la Embajada de Cuba ante la Santa Sede y después me propusieron trabajar en actividades de protocolo, atendiendo las misiones del Grula (Grupo Latinoamericano)”.

Tras pasar también por una compañía multinacional, se trasladó definitivamente a Jaca –a unos veinte minutos de Canfranc–, donde reside desde hace cuatro años. “Los vecinos me acogieron con mucho cariño, todos nos conocemos y somos como una gran familia”.

Siempre impecable y atento a las necesidades de los huéspedes, Fernando afirma que cada día en el hotel es un nuevo aprendizaje. “Trabajar en un edificio histórico como este es un auténtico regalo, aunque lo que más me gusta es el trato con las personas. ¡Muchas nos preguntan si pueden hacerse una foto con nosotros!”.

EL HOTEL

El ambicioso proyecto de interiorismo, obra del estudio ILMIODESIGN, está inspirado en la estética de las antiguas estaciones ferroviarias del siglo XX y de sus lujosos trenes de largo recorrido, incorporando también detalles actuales y otorgando una personalidad propia a cada espacio a través del diseño exclusivo de piezas y luminarias, del desarrollo de paletas cromáticas ad-hoc y de la atención pormenorizada a los detalles.

En el lobby encontramos las escaleras que antiguamente daban acceso a la estación y un gran mostrador que reinterpreta las taquillas de las grandes estaciones del siglo pasado.

Sus 104 habitaciones, repartidas en dos plantas, brindan unas vistas privilegiadas al Pirineo Aragonés, una postal de lo más evocadora que va cambiando de vestido, desde la colorida primavera al manto blanco del invierno.

A nivel cromático, Spada y Corbani, fundadores ILMIODESIGN, han apostado por distintas intensidades de beiges para las paredes, mientras que el toque de color lo obtienen a través del mobiliario. El estampado gráfico de los cabeceros de terciopelo recuerda a los tapizados de los asientos de los vagones de los años 20 y las antiguas ventanas ahora enmarcan fotos históricas de la estación.

¿Los rincones favoritos de Fernando? “La biblioteca, donde se encuentra nuestra coctelería, y por supuesto, las bonitas y acogedoras habitaciones. Mi preferida es la 114”.

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Este reportaje fue publicado en el número 158 de la Revista Condé Nast Traveler España. Suscríbete a la edición impresa (18,00 €, suscripción anual, llamando al 902 53 55 57 o desde nuestra web). El número de Condé Nast Traveler de abril está disponible en su versión digital para disfrutarlo en tu dispositivo preferido.

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