LUGARES ABANDONADOS (O NO) INVADIDOS POR LA NATURALEZA

Durante un viaje a Azores, nuestra guía, una bióloga llamada Natalia, nos llevó en jeep por la isla de São Miguel para detenerse en diversas ocasiones y señalar hacia el verde superlativo que lamía la carretera. “Eso era una muralla y eso un antiguo acueducto”, a Natalia le encantaba descubrirnos todas aquellas construcciones de piedra devoradas por helechos, cicas, agapantos y hortensias para, finalmente, lanzar la reflexión tatuada en la vida de todo azoriano: “Si dejas tu casa, en dos años la naturaleza se la queda”.

Pero el caso del archipiélago portugués no es el único y, alrededor del mundo, encontramos diversos iconos construidos por la mano del hombre de los que hoy brotan nuevos ecosistemas. En un mundo donde el turismo masivo amenaza los principales paraísos del planeta, la naturaleza se ha tomado la libertad de arrastrar la memoria de tantas conquistas a sus propias entrañas.

Ta Prohm (Angkor Wat, Siem Reap, Camboya)

Cuando los occidentales descubrieron el fascinante conjunto de templos de Angkor Wat en el siglo XIX, la École Française d’Extreme-Orient decidió mantener el templo de Ta Prohm (o Monasterio del Rey) a fin de que las generaciones venideras pudieran apreciar el estado original del complejo en el momento en que fue “rescatado” del trópico. Hoy, Ta Prohm –también conocido como el Templo Tomb Raider, un guiño a la película rodada aquí– es el mejor testigo de esa naturaleza indómita que emana en forma de enormes árboles ‘sprung’ desde el corazón de las propias estructuras jemeres. Todo un espectáculo que viene a confirmar la condición menguante del ser humano frente a un entorno que parece cobrarse sus propias deudas.

Houtouwan (China)

En la décado de 1950, un grupo de pescadores fundó en la isla de Shengshan, a unos 64 km al este de Shanghái, el pueblo de Houtouwan, donde una vez llegaron a vivir hasta 3000 personas. Sin embargo, las agotadoras idas y venidas al continente por parte de los habitantes condenó a Houtouwan a un olvido progresivo que culminó con su total abandono en 2002. Actualmente, este antiguo pulmón marinero luce invadido por un tapiz de plantas trepadoras que le confieren ese aspecto de película apocalíptica, si bien en 2017 se habilitó una plataforma de observación que atrae a cientos de turistas.

McDermott’s Castle (Irlanda)

Existen lugares que parecen condenados por algún tipo de maldición. Es el caso del McDermott’s Castle, ubicado en una isla en el condado irlandés de Roscommon y construido a finales del siglo XII. Primero, tenemos a la familia originaria de los Mac Diarmada (después McDermott), la cual fue desterrada en 1586. A ello sumamos el abandono total del castillo a causa del impacto de un rayo años después; las leyendas de un joven que murió ahogado tratando de nadar hasta la construcción para conquistar a Úna, descendiente de la familia; y, finalmente, un incendio en el siglo XX que lastró los planes del arquitecto John Nash por rehabilitar la construcción. Con tales antecedentes, no es de extrañar que hoy las visitas al castillo se limiten a una travesía fluvial que permite contemplar, desde lejos, esta joya de encanto Disney lamida por la naturaleza.

Kolmanskop (Namibia)

Hablar de lugares abandonados invadidos por la arena implica hacerlo del icónico Kolmanskop, ese pueblo perdido en el desierto del Namib construido por los alemanes que llegaron buscando diamantes a principios del siglo XX. Como curiosidad, este reducto fue la primera localidad africana en contar con un aparato de rayos X, a fin de controlar que los mineros no ingirieran diamantes para comercializarlos por su cuenta. Hitos tecnológicos que dejaron de ser útiles cuando alguien encontró piedras preciosas en la localidad de Oranjemund, a 200 km, provocando una migración masiva que dejó Kolmanskop a merced de un desierto caprichoso que hoy inunda todas las viviendas. Sin duda, todo un paraíso para los fotógrafos y amantes de los pueblo fantasmas.

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Vallone dei Mulini (Sorrento, Italia)

En el siglo XIII, diversos molinos de harina fueron construidos en las cercanías de Sorrento hasta ser abandonados en la década de los 40. Solo entonces, este paisaje en la Costa Amalfitana alcanzó el grado de joya del trekking para quienes hoy se dejan caer por la confluencia de los ríos Casarlano y Cesarano. Rutas que descubren los secretos de estas estructuras devoradas por helechos y otras plantas que no existen en ningún otro lugar del mundo gracias a la presencia del microclima producido por el cierre de la grieta que comunicaba el valle con el mar.

Acueductos de São Miguel (Azores)

Como bien comentaba al principio, Azores es el perfecto ejemplo de esa naturaleza indómita que se apodera de cualquier construcción humana hasta hacerla suya y camuflarla en su sinfonía de verdes. A lo largo de la isla de São Miguel, los helechos y árboles han invadido estas proezas construidas para proveer de agua a los antiguos agricultores de la zona, de tal forma que su presencia es apenas imperceptible hasta que te acercas lo suficiente. En cualquier caso, algunos de estos acueductos sí son de fácil avistamiento, como el Muro das Nove Janelas, parte del Aqueduto de Carvão, considerado de gran valor histórico y mandado a construir en su momento por la Cámara Municipal de Ponta Delgada –no, los romanos no llegaron hasta la gema verde del Atlántico–.

Okunoshima o Isla Conejo (Japón)

Okunoshima es una pequeña isla en la prefectura de Hiroshima que una vez albergó una de las plantas de fabricación de armas químicas más grandes del mundo durante la Segunda Guerra Mundial. Tras terminar la contienda, la fábrica fue abandonada y ocupada por los conejos que utilizaban para las pruebas. Visitar la isla es hoy posible, al igual que acercarse a unos roedores más que acostumbrados a la presencia de humanos. Sin duda, la mejor prueba de que, en ocasiones, la naturaleza actúa desde dentro.

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2025-01-20T08:32:27Z