INISHBOFIN (IRLANDA): LA ISLA DONDE AMAR EL 'SLOW TRAVEL'

A unos 11 km del accidentado litoral del condado de Galway, se encuentra la isla de Inishbofin, Irlanda pura en un reducto de tranquilidad en el que saborear al máximo los paisajes, la cultura y la historia.

Con una superficie de tan sólo 12 kilómetros cuadrados y una población residente de poco más de 150 personas, Inishbofin es el lugar perfecto para aquellos viajeros que disfrutan del slow travel, esa forma de viajar en la que dejamos de lado las prisas para dedicarnos a contemplar los lugares sin estrés y viviéndolos a fondo. En realidad, en cuanto desembarquemos en la isla nos contagiaremos del carácter sosegado de una comunidad que llegó a ser de 1.500 personas antes de la Gran Hambruna que azotó a Irlanda a mediados del siglo XIX.

Inishbofin es un lugar en el que entregarnos a gratos paseos por la playa, salidas en bicicleta por granjas y prados, inolvidables noches entre pintas de Guinness y música celta, y la exploración de ruinas que nos cuentan algunas pinceladas de la historia de Irlanda. Pero, sobre todo, es un lugar en el que sentarnos a contemplar esas grisáceas aguas del Atlántico que baten sin tregua a una isla que, a pesar de los envites, nunca pierde la calma ni la compostura.

LA ISLA DE LA VACA BLANCA

Si ahondamos en el origen gaélico del nombre de Inishbofin, averiguamos que este proviene de Inis Bó Finne, que significa ‘La isla de la vaca blanca’. Por supuesto, tal y como ocurre con tantos otros lugares de Irlanda, ese nombre viene dado por una leyenda.

Cuenta la historia que dos pescadores se perdieron en la niebla y fueron a parar a una isla encantada. Al verse solos y prácticamente a ciegas, encendieron un fuego. Las llamas rompieron el hechizo y la niebla se disipó para revelar a una anciana conduciendo una vaca blanca a lo largo de una playa de guijarros, que se extendía entre un lago y el mar. Los pescadores, atónitos, observaron cómo la anciana golpeaba con una vara a la vaca y ésta se convertía en piedra. Después, la mujer desapareció en las aguas del lago.

La tradición dice que la anciana y la vaca emergen del lago de Inishbofin cada siete años o para avisar de algún desastre inminente.

GRANJAS Y ECOTURISMO

No vacas, sino ovejas es lo que encontramos en Inishbofin Farm, una granja de 2,5 hectáreas que regala unas magníficas vistas sobre el puerto. En ella podemos aprender cómo es el día a día de los granjeros de la isla y, además, nos pueden organizar un bonito paseo a caballo.

Otra granja que merece la pena una visita es la que regentan, desde el 2011, una pareja hospitalaria y muy activa. Se trata de Lacey’s Farm. En unas tierras que llevan siendo trabajadas desde hace 4.000 años, Anthony y Julia han desarrollado, con la ayuda de voluntarios, un huerto en el que cosechan, de manera orgánica, una gran variedad de frutas y verduras que utilizan como ingredientes primarios de los deliciosos productos alimenticios artesanales que comercializan en su pequeña tienda. En ella encontraremos desde mermeladas y confituras hasta salsas de kétchup y pestos, pasando por humus, aceite de chili, brownies e incluso hamburguesas de remolacha. Una auténtica delicia para los foodies.

PLAYAS INOLVIDABLES

A pesar de ser una isla de dimensiones pequeñas, Inishbofin posee un buen número de playas de arena blanca y unas calas que invitan al recogimiento y, en los días en los que luce el sol, a un buen baño en las frías aguas del Atlántico. De hecho, dos de las playas de la isla han sido galardonadas con el premio de Green Coast Award, que otorga reconocimiento a los mejores arenales de Irlanda.

Es el caso de Dumhach Beach, una larga playa de arena blanca rodeada de verde vegetación dunar y lamida por unas aguas cristalinas de distintas tonalidades azules. Es una playa tranquila, por lo que es ideal para toda la familia e incluso se puede admirar desde el mar con una tabla de paddle surf o un kayak, actividades muy populares en la isla durante los meses de verano.

En la parte noroeste de la isla, East End Bay nos da la oportunidad de gozar de una playa remota en la que tumbarnos al sol y recordar los tiempos en los que Inishbofin sirvió de refugio ocasional a una de las piratas más famosas de la historia: Grace O’Malley.

REFUGIO DE PIRATAS Y PRISIÓN DE CROMWELL

Grace O’Malley es una estrella del folclore irlandés, siendo conocida con apodos como el de ‘La reina del mar de Connaught’. Líder indiscutible de los guerreros de la zona, participó en saqueos, secuestros, batallas en el mar y mantuvo una inestable relación de apoyo y enfrentamiento con Isabel I de Inglaterra.

Según cuentan los historiadores e investigadores, entre la red de fortificaciones que la cabecilla del clan O’Malley estableció en la costa oeste de Irlanda –a mediados del siglo XVI–, existieron dos en Inishbofin. De esas fortalezas apenas queda nada, pero sí podemos caminar por el noroeste de la isla para visitar las ruinas de los Barracones de Cromwell (Cromwell's Barracks), que se hallan dentro de un fuerte en forma de estrella que se encuentra apostado sobre un acantilado de escasa altura.

La isla fue un bastión de los defensores del rey de Inglaterra en el siglo XVI, cuando Cromwell construyó un cuartel para encerrar a curas católicos capturados en Irlanda. Los prisioneros, finalmente, eran transportados a las Indias Occidentales y otros lugares remotos como castigo por traición a la corona.

En el este de la isla se encuentran las ruinas del monasterio de San Colman, una pequeña abadía del siglo XIV rodeada de tumbas medievales que han sido invadidas por la vegetación.

ADMIRANDO LA NATURALEZA

Los ornitólogos avezados acuden a la isla sabiendo que sirve de zona de reproducción para muchas especies de aves. La especie más amenazada que anida aquí es el guión de codornices, muy parecida, en aspecto, a la codorniz común. Otras especies que se reproducen en Inishbofin incluyen el charrán común, el charrán ártico, el fulmar, el cormorán, el frailecillo, el arao y distintas variedades de gaviotas.

Para apreciar las muchas variedades de flores salvajes que crecen en la isla, lo mejor que podemos hacer es visitarla durante junio o julio, cuando lucen esplendorosas.

También hay un par de colonias de focas. Una reside cerca de Stags Rock, un pináculo de roca situado en el mar. La otra se halla en el islote de Inishgort, que se encuentra a una milla al oeste del puerto de Inishbofin y sólo es accesible tomando una embarcación.

CULTURA Y GASTRONOMÍA IRLANDESAS

Si queremos conocer algo más de la cultura de la isla, podemos probar suerte –ya que lo cierran a temporadas– y acercarnos al Inishbofin Heritage Museum, una especie de museo que se instaló en un almacén del antiguo muelle en 1998. En él se exhiben utensilios de las casas tradicionales de la isla, herramientas de pesca, aperos agrícolas y cachivaches que vendían los comerciantes, junto con más de 200 fotografías de la población local.

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En cuanto a la gastronomía, Inishbofin sabe a la Irlanda más profunda. Lo notamos cuando probamos el delicioso fish & chips que sirven el restaurante del Hotel Doonmore, situado en un lugar privilegiado desde el que se divisa el mar. Muy distinto es Inishwallah bialann, un restaurante montado en un viejo autobús rojo de dos pisos, donde sirven platos variopintos sacados de recetas tradicionales irlandesas, mexicanas, indias o jamaicanas.

En varios de los hoteles/restaurantes/pubs (casi todos tienen esa multifuncionalidad en la isla) podremos disfrutar de pintas de cerveza y música tradicional irlandesa en directo durante algún día de la semana, sobre todo durante la temporada alta de turismo (de mayo a julio). El sonido de las arpas y violines celtas se entrelaza para crear melodías que, junto al fuego y bien acompañadas por una vista de escándalo, nos llevan a remotos lugares donde los recuerdos nos abandonan y el presente parece, siempre, más agradable.

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