HAZ LA MALETA, NOS VAMOS A RECORRER LA RUTA DEL MIEDO DE TENERIFE

Pocos lugares de Tenerife tienen un mayor halo de misterio que el barranco de Badajoz, un espacio natural con rincones cargados de historias que ha ido aumentando su atracción a lo largo de los años, como demuestra la Ruta del Miedo que lo recorre.

Pero, más allá de sus enigmas y secretos, se trata de un lugar extraordinario con relieves impresionantes y un gran interés botánico e histórico que merece mucho la pena descubrir si aterrizamos en la mayor de las Islas Afortunadas.

ENTRE PAREDES VOLCÁNICAS

Cuando se baja desde Santa Cruz de Tenerife por la autovía TF-1 en dirección a la zona de El Médano, al sur de la isla, el paisaje contrasta poderosamente con la visión que proporciona el verdor del norte de la misma. Aquí, los relieves se muestran desnudos y áridos, golpeados por el sol implacable que suele estar mucho más presente que en la otra vertiente del Teide, donde la nubosidad es más constante.

Es por ello que, a la altura del Puertito de Güimar, sorprenda encontrar una franja que pareciera más bien un reducto extraído del otro lado de la carretera de la Esperanza, la TF-24. Una franja con abundante vegetación que se extiende casi hasta la costa y que nada tiene que ver con el malpaís que acabamos de dejar a nuestras espaldas.

En este punto del municipio de Güimar, famoso por sus célebres pirámides, encontramos profundos barrancos poblados de una importante vegetación que, en muchos casos, no tiene nada que ver con los tapices que nos podamos encontrar en otras zonas de la isla. Uno de ellos, el barranco de Badajoz, situado más arriba –hasta superar los 1800 metros sobre el nivel del mar– de otro punto destacado de este sector, como son las Ventanas de Guïmar, se ha cobrado una justa fama a lo largo del tiempo a raíz de las numerosas historias que acumula entre sus paredes volcánicas.

Se trata de uno de los espacios de Tenerife con más leyendas y misterio de toda la isla. Los pronunciados relieves presentes por debajo del puerto de Izaña, en dirección a la playa de El Cabezo, esconden un tramo de varios kilómetros especialmente relevante cuyo nombre procede de un conquistador castellano del siglo XV, Juan de Badajoz.

Conocido por los aborígenes guanches como Chamoco, en él se han encontrado vestigios de su actividad pasada, concretamente en la cueva del Cañizo, una inaccesible cavidad, situada a cien metros de altura en uno de los flancos del barranco, que debe su nombre a las doce varas de madera que se hallan colocadas en su techo, fruto de supuestos ritos funerarios, según algunas teorías. Materiales que se suman a otros restos arqueológicos encontrados y que cargan de significado e historia este impresionante paraje.

Se cuenta que en este barranco vivió el mencey de Güimar, Acaymo, así como su hijo Añaterve, y parece que aquí se retiró este último con su pueblo para refugiarse tras la conquista castellana, debido a la abundancia de cuevas, alimentos y agua.

EL MISTERIO RONDA NUESTROS PASOS

El barranco de Badajoz es, ante todo, uno de los espacios más bonitos de Tenerife. Más allá de su gran valor histórico, este lugar protegido y encajonado entre paredes prominentes cuenta con un elevado interés botánico debido a su gran riqueza vegetal y a la presencia de varios endemismos. Son llamativos, también, los madroños, en uno de sus tramos, o el crecimiento en ciertos puntos de dragos.

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Pero al recorrerlo es fácil percibir que se trata además de un lugar cargado de magia. Tal vez sea el paisaje abrumador, con las paredes del barranco elevándose sobre nuestras cabezas, o quizás sean los numerosos testigos, en las laderas del barranco, de la presencia humana en el pasado. Muchos de ellos tienen que ver con las galerías excavadas en la roca durante el siglo XX para surtir de agua a la población de la isla. Diversos canales como el de Izaña, el del Cañizo, Chamoco o Araya, que cuentan con una extensión conocida de más de 15 kilómetros –de alguno de ellos no se sabe la distancia exacta–.

Precisamente estas galerías son protagonistas de una de las leyendas que envuelven de misterio al barranco de Badajoz. Según el relato, algunos de los trabajadores que crearon estos canales se toparon con “esferas de luz blanca” o “seres vestidos de blanco”. Luces recurrentes que han aparecido otras veces creando algunos de los episodios sobrenaturales que han ido nutriendo al barranco de esa fama a lo largo de los años.

Otra de las leyendas unidas indisolublemente a este paraje es la de la ‘Niña de las Peras’, una de las más populares, según la cual, una niña habría sido también testigo de la aparición de estos seres vestidos de blanco mientras recogía fruta de un peral, guiándola al interior de una cueva. Lo curioso del caso es que la niña estuvo desaparecida durante décadas pero, cuando regresó a casa, parecía que el tiempo no hubiera pasado por ella.

Una ruta guiada, la Ruta del Miedo, nos conduce a través de este misterioso barranco, en un recorrido de ida y vuelta, mostrando este increíble espacio natural de Tenerife y sus múltiples rincones históricos, permitiéndonos conocer en profundidad, además, estas y muchas otras historias mágicas que dan tanto atractivo a este accidente geográfico del municipio de Güimar.

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