5 RUTAS CIRCULARES EN BICICLETA PARA ENAMORARTE DE NAVARRA

Descubrir Navarra en bicicleta es una experiencia que aúna deporte, historia y naturaleza. Un modo diferente con el que descubrir paisajes impresionantes sobre dos ruedas, desde un desconocido yacimiento romano hasta pueblos medievales que sirvieron de atalayas defensivas, pasando por una Selva de Irati que se ha convertido en estandarte del Pirineo navarro. Kilómetros y kilómetros de pistas en las que rodar y entre las que hemos elegido estas cuatro sencillas rutas circulares:

1. LA FOZ DE LUMBIER

En la Foz de Lumbier existe una ruta bien fácil que discurre por las antiguas vías del tren eléctrico que unía Pamplona con Sangüesa: la conocida como Vía Verde del Irati, que termina junto al Puente del Diablo, en ruinas desde que fue destruido por los franceses en la Guerra de Independencia. Un paso que la leyenda asegura fue construido por el demonio para ganarse el alma de una muchacha que necesitaba cruzar en busca de medicinas para su amatxu; la que finalmente no perdió debido a que ‘el constructor’ incumplió el trato al tardar más de lo acordado en unir las dos caras de este cañón fluvial en el que también se puede practicar rafting.

No obstante, merece la pena pedalear un poco más allá hasta enlazar con la senda circular de seis kilómetros y medio que rodea la garganta por las laderas circundantes y transcurre por pistas en las que senderistas y ciclistas comparten vistas increíbles a esta foz formada por la erosión del río Irati en la piedra caliza.

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Allí donde antaño el ferrocarril parecía hacer funambulismo por la vía estrecha anclada en los desfiladeros, atravesando galerías talladas en la roca y trasportando madera y pasajeros desde 1911 hasta 1955, nos aventuraremos en un paraje espectacular a los pies de los Pirineos: la Reserva Natural de la Foz de Lumbier, uno de los mayores santuarios de rapaces de Navarra, donde halcones, quebrantahuesos, águilas reales, buitres leonados y otro tipo de aves sobrevuelan y anidan en los roquedos.

2. ERMITALDEA

Muchos son los que acuden a la Selva de Irati a darse un baño de boque en el que es considerado uno de los hayedos-abetales más extensos y mejor conservados de Europa, pero pocos saben que esta Zona de Especial Protección de Avifauna cuenta con 16 pistas de BTT o, lo que es lo mismo, con más de 400 kilómetros ciclables para todos los niveles.

Uno de los recorridos circulares más sencillos es el denominado Ermitaldea, señalado con el número 12, que parte desde Arrazola y regresa al mismo punto, dejando atrás prados verdes de un color casi fosforito, bordas y caseríos tradicionales y granjas donde la vida rural aún persiste.

Además, durante la ruta pasaremos junto a la Real Fábrica de Armas de Orbaizeta, restaurada pero cubierta en parte por la vegetación, lo que le aporta un halo de misterio.

Articulado en tres niveles, la fábrica, un poblado y la iglesia de la Inmaculada, de estilo neoclásico (hoy tomada por un propietario privado que la usa como almacén), el complejo industrial del siglo XVIII conserva su estructura, en la que se puede ver el sistema que conectaba las carboneras y los almacenes minerales con la boca de los hornos a través de unas plataformas aéreas. Una historia que podremos descubrir en el nuevo centro de interpretación ubicado en uno de los antiguos edificios.

3. GALLIPIENZO, UJUÉ Y SANTA CRIZ DE ESLAVA

Para aquellos que no estén en buena forma física es recomendable hacer en bici eléctrica esta ruta circular de 42 kilómetros que nos llevará por pistas agrarias 100% ciclables desde Gallipienzo hasta el yacimiento romano de Santa Criz de Eslava y la atalaya defensiva de Ujué, y de regreso por el sendero histórico GR1 para alcanzar la parte alta del pueblo a la altura de la iglesia de San Salvador.

Enclavada en un cerro junto al río Aragón, Gallipienzo es una villa medieval que fue puesto defensivo del Reino de Navarra, pero que siglos antes ya había servido para hacer frente a los musulmanes. De hecho, es tan antiguo el enclave que conserva tramos de una antigua calzada romana. Destacan los angostos pasillos que separan unas casas nobles de otras, la plaza del Matadero, la parroquia de San Pedro, la iglesia gótica de San Salvador antes mencionada y la cripta románica de Santa Margarita, esculpida en la roca viva y decorada con pinturas geométricas renacentistas.

Respecto a Santa Criz de Eslava, a muchos les sorprenderá que una antigua ciudad romana lleve un nombre tan religioso, pero en realidad la denominación se remonta a la Edad Media. Fue durante el Alto Imperio (del s. I a. C. al III d. C) cuando el núcleo urbano, compartido tras la conquista con los vascones, aliados de Roma, vivió su etapa de máximo esplendor, de la que tenemos constancia gracias a los restos de edificios, como capiteles, fustes de columnas, lápidas, etc.

4. SANGÜESA, LEYRE Y JAVIER

Los amantes del cicloturismo encontrarán delicioso el trayecto de 34 kilómetros (por más que incluya tres ascensiones) que parte de Sangüesa y regresa a esta ciudad localizada en la margen izquierda del río Aragón y cuyo conjunto monumental está declarado Bien de Interés Cultural por su rico patrimonio: la iglesia de Santa María la Real, famosa por su gran portada románica, el Palacio Príncipe de Viana, construido en el siglo XIII como residencia de los reyes de Navarra, el convento de Nuestra Señora del Carmen…

Dos son las paradas más relevantes que nos encontraremos en la ruta: el monasterio de Leyre y el castillo de Javier. El primero se trata del principal monumento románico de la Comunidad Foral, un conjuntos altomedieval milenario –“centro y corazón de mi Reyno”, en palabras del rey Sancho III el Mayor– que destaca por su célebre Porta Speciosa, su bóveda gótica y su cripta del siglo XI, muestra del arte románico más antiguo de la Península.

Y, en el segundo caso, nos referimos al castillo del siglo XI (hoy también museo) de San Francisco Javier, patrono universal de las misiones y destacado evangelizador del siglo XVI que partió de Roma hacia la India y terminó muriendo en China.

5. BARDENAS REALES DE NAVARRA

El sur de Navarra ofrece un paisaje sorprendente en las Bardenas Reales, que aunque técnicamente no es un desierto lo parece debido a su apariencia árida y clima extremo. Las formaciones geológicas únicas entre las que pedalearemos se remontan a millones de años atrás, con una historia marcada por la erosión y los cambios climáticos.

Las rutas autorizadas en bicicleta que atraviesan la zona pasan por emblemáticos puntos como el pináculo de Castildetierra, la ermita de la Virgen del Yugo o la Loma Negra y están todas perfectamente explicadas en su página web. Tan solo has de encontrar aquella que se adapte a tu nivel. A pesar del viento y los terrenos desafiantes, estamos seguros de que el recorrido no dejará indiferente a ningún ciclista. Es imposible no enamorarse de la belleza cruda y mutante de las Bardenas Reales.

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