QUé COMER Y DóNDE EN LOS CABOS: EL RINCóN MáS COOL DE MéXICO, DESTINO GASTRONóMICO DE MODA MUNDIAL

No extraña que los hoteles más exclusivos del mundo hayan puesto el foco en esta zona, la más meridional del estado mexicano de Baja California Sur, para aposentar en ella sus refugios más lujosos y cool. Tampoco que magnates y celebrities tengan su residencia privada en esta península privilegiada, aliñada con paisajes salvajes, playas kilométricas de dunas doradas, un desierto de cactus choyeros y los oasis de la sierra de la Laguna. Este destino en auge atrapa no sólo por sus más de 330 días de sol, costas idílicas, pueblos anclados en el tiempo y ciudades como Cabo San Lucas y San José del Cabo, con una vida cultural y nocturna vibrante. También por una gastronomía innovadora que atrae a los foodies amantes de la fusión y de los caprichosos frutos del mar.

Su extenso litoral, de más de 2000 kilómetros, brinda una variedad inimaginable de pescados y mariscos. Los Cabos está reconocido como el lugar de nacimiento del taco de pescado, servido con una tortilla de maíz y ensalada, que puedes encontrar en las taquerías locales y en restaurantes de galardonados chefs. Todos ellos se nutren de las capturas diarias del Pacífico y del mar de Cortés, que el biólogo Jacques Cousteau documentó como el mejor acuario del mundo por la enorme biodiversidad de sus aguas.

Aquí desembarcó el conquistador español en 1535, y bautizó como Santa Cruz lo que hoy es La Paz, la capital actual de este paradisiaco estado y puerta de entrada al golfo de California, donde puedes nadar entre lobos marinos o con el tiburón ballena, el pez más grande del mundo, y observar uno de sus sitios de recreo. Desde el puerto de Pichilingue, vigilado por pelícanos, parten barcos de aforo limitado a la protegida y magnética isla de Espíritu Santo.

Tal vez te apetezca alquilar un coche desde La Paz, disfrutar bde un road trip emulando a Jack Kerouac y poner rumbo sur por la Transpeninsular 19, una de las carreteras más bellas, que discurre hasta San Lucas entre un desierto sembrado de cactus e impactantes vistas de playas salvajes frente al océano. A menos de una hora, el pueblo

Todos Santos es una parada ineludible donde tomar una cerveza o palas de helados en terracitas y patios con palmeras y coloristas buganvillas. Su atmósfera bohemia y colonial envuelve como si el tiempo se hubiera detenido en sus mercadillos, en sus galerías de arte o en sus tiendas de preciosas artesanías.

En el restaurante Oystera, situado en un hermoso edifi cio de lo que antaño fue un molino de caña de azúcar, no dejes de probar los riquísimosostiones, ya sean frescos o a la brasa con mantequilla de chile y cilantro, y, si te gusta el picante, los crujientes con alioli habanero y chile serrano escabechado.

Más al sur, antes de llegar a San José del Cabo, las huertas de la zona de las Ánimas Bajas abastecen de verduras y frutas orgánicas la región. Aquí tienes un oasis llamado Acre, un resort sostenible y de lujo en una fi nca de doce hectáreas, donde puedes alojarte en tree houses inmersas en el bosque tropical. Sus tres restaurantes sostienen la filosofía del huerto a la mesa, y ofrecen talleres gastronómicos en los que aprender los intríngulis de un buen ceviche, de los moles y otras delicatessen: «Son las piernas de nuestro trabajo, junto con el ajo, la cebolla, el tomate y el ají», explica David Fajardo, uno de sus reputados chefs y un enamorado de la culinaria lenta, desde la mesa de su cocina abierta del espacio Blue Room.

La gastro de Baja California Sur también tiene notas asiáticas por la influencia de los inmigrantes chinos y japoneses que llegaron en el siglo XIX, con platos como el chilorio con carne de cerdo cocido en una salsa de chile y soja o el sashimi de pescado. «Irasshaimase» [«bienvenido», en japonés], escuchas cuando entras en el restaurante Nobu del hotel homónimo.

En este local, uno de los mejores de Los Cabos, el chef ecuatoriano Manuel Padilla se decanta por recetas japo-peruanas y pescados como el atún de aleta azul, el róbalo, la endémica totoaba, el mole con toque japonés y miso, ají amarillo y habanero.

No puedes perderte el paseo del arte que tiene lugar los jueves en el casco colonial de San José, sembrado de galerías de arte y tiendas que abren sus puertas y restaurantes como Ruba’s Bakery, con sus famosas conchas (brioches) de vainilla, chocolate o cacahuete. En La Revolución, el chef Benito Molina sorprende con platos como el tiradito de kampachi (pescado) con jengibre, soja, chile verde y vinagre de frambuesa, los ostiones de almejas y las lechoncillas con papa y calabaza.

Más turística, la vecina Cabo San Lucas resulta perfecta para trasnochar. En la colonia El Médano tienes bares y restaurantes con música en directo como La Lupita, donde degustarás mezcales artesanos maridados con riquísimos tacos. Sin embargo, lo auténticamente indispensable de esteviaje es otra cosa: navegar a vela hasta su icónico Arco, una formación rocosa bajo la que confluyen las aguas del mar de Cortés y las del océano Pacífico, y allí, ante un atardecer de cielos arrebatadores, tomar un cóctel choyero.

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